Escrito sobre el 38° Aniversario del Bautismo de Fuego de la Fuerza Aérea Argentina

Gabriel Cuellar
3 min readAug 20, 2020

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El Suboficial Mayor Retirado y Veterano de Guerra, José Ernesto Ruiz, hijo de Petrónea y Ernesto, nació en Bañado de Soto, provincia de Córdoba. Con 16 años decidió concretar su vocación militar al ingresar a la Escuela de Fuerza Aérea de Córdoba. Tras egresar a los dos años, se especializó en Artillería Antiaérea en la Escuela de Suboficiales de Tandil y un 13 de diciembre de 1980 se fue de pase a Río Gallegos, lugar que eligió para formar una familia junto a su esposa, Beti.

Un primero de mayo como hoy –pero de 1982– el aeropuerto de Puerto Argentino corría peligro debido a su vital importancia por su conexión con el continente. La Base Aérea Militar de Río Gallegos –trascendental en la guerra por Malvinas– había desplegado a la Dotación de la Batería Rheinmetall alrededor de la pista, es decir, 9 cañones de 20 milímetros que cubrían de manera omnidireccional un eventual ataque aéreo de los ingleses.

Hacía un mes que José estaba en su posición denominada “Fierrito 6”, ubicada en la cabecera este de la pista, cerca del Faro San Felipe, junto a los soldados José Argentino Carriqueo, Carlos Porcel, y Roberto Antonio Aravena, quien luego fue reemplazado por Miguel Ángel Ballo. Ese primer mes se prepararon para el combate fabricando un pozo donde vivir, haciendo mantenimiento del cañón, soportando frío y viento sureño, lidiando con la turba helada y poniendo en práctica su instinto de supervivencia, entre otras cosas.

El primero de mayo a las siete de la mañana, luego del sorpresivo ataque de los aviones Vulcan, diez aviones Sea Harrier asomaron por el norte de Malvinas y la Fuerza Aérea Argentina hizo su Bautismo de Fuego en las Islas a cargo de la Artillería Antiaérea. Uno de los partícipes fue José Ruiz, quien seguía con la mira un Harrier que trataba de escaparse, y lo perdió de vista cuando lo tapó una duna. Pero cuando el avión ascendió, lo tenía a una distancia tan próxima, que la mira se tornó oscura, el “Fierrito 6” hizo una ráfaga y el avión cayó al mar provocando un chorro gigante de agua parecida a la forma de un hongo.

Luego de esa gran labor de la Artillería Antiaérea Argentina en la que dos aviones fueron derribados y uno se fue averiado, los ingleses cambiaron de estrategia para el resto de la guerra. Los aviones volaban a una distancia fuera del alcance de los cañones y tiraban bombas sin puntería y eficacia. Eso se trataba de una tarea de desgaste para los argentinos, ya que tenían que estar en alerta todo el tiempo. Una de las últimas tardes de mayo un avión inglés, que sobrevolaba constantemente el cielo de Puerto Argentino, bajó a atacar la pista. Ruiz, que lo seguía con la mira lo esperó hasta tenerlo en la distancia ideal y le lanzó una ráfaga. El avión se perdió en el nuboso cielo de Malvinas, averiado y largando humo. Muchos lanzaron un sapucai de alegría, otros se quedaron con algunos restos del avión; lo cierto es que desde el Puesto Comando argentino no fue reconocida esa baja.

En conclusión, José Ruiz no solo batalló, sino también derribó dos aviones Sea Harrier. Y no solo tuvo un gran desempeño en la guerra, sino que a lo largo de su carrera tuvo el gesto de enseñar a sus colegas y subordinados valores de vida, respeto y compromiso. En la actualidad, José Ruiz, divulga su experiencia para que las futuras generaciones recuperen las Islas Malvinas por la vía diplomática.

Por lo expuesto, la historia de José Ruiz es parte del patrimonio cultural de la ciudad, debe ser divulgada y reconocida. Este personaje es necesario para nuestra idiosincrasia porque responde a la pregunta ¿quiénes somos? En especial, un día como hoy en el que fue partícipe in situ del Bautismo de Fuego de la Fuerza Aérea Argentina.

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Written by Gabriel Cuellar

Periodista. Cultura juvenil, internet, música, cine y deportes.

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